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lunes, 22 de mayo de 2023

TAOÍSMO, CONFUCIANISMO Y BUDISMO: EQUILIBRIO Y VIRTUD

 ARTÍCULO PUBLICADO EL 15 DE ENERO DE 2021 EN ACADEMIA PLAY

El ser humano es un animal racional que, desde tiempos antiguos, ha sentido curiosidad por todo lo que le rodea, lo que no entiende y/o cuestiona. Como por ejemplo la física, las leyes que rigen la naturaleza; la metafísica, es decir, aquello desconocido que se oculta detrás de la propia física o de los simples sentidos; u otras disciplinas o áreas que incluimos dentro de la filosofía, el amor por la sabiduría o conocimiento, como la ética o la lógica.

Bustos de filósofos griegos

Cuando hablamos de filosofía nos vienen a la mente personajes como Sócrates y su concepto del bien y de la justicia universales; o su discípulo Platón y su mundo de las Ideas, o el célebre Mito de la Caverna; o, a su vez, el ilustre Aristóteles y su metafísica o lógica, entre sus amplios conocimientos; grandes filósofos griegos que marcaron a muchos otros posteriores, hasta nuestros días, con su extraordinario pensamiento.

Entre los siglos VII y VI antes de nuestra era, nace la filosofía occidental en Mileto (actual Turquía) con Tales, Anaximandro y Anaxímenes. Tres filósofos que identificaron la materia primordial de la existencia, es decir, la sustancia básica, con el agua, el ápeiron (lo indefinido) y el aire. A partir de ese momento, el Mito daba paso al Logos, la leyenda a la verdad.

Pero más allá de la filosofía occidental aparecen, en esa misma época, las filosofías china y oriental, dos tradiciones centradas más en el modo de vida, en la virtud y en la moderación que en la física o metafísica helénicas. Pues bien, refiriéndonos a estas filosofías, encontramos como sus máximos exponentes a tres importantes personajes históricos, casi místicos, como Lao Tsé, Confucio y Siddharta Gautama, fundadores del taoísmo, el confucionismo y el budismo, en ese orden. Tres doctrinas profundamente vinculadas entre sí.

Símbolo del Yin y del Yang

Lao Tsé, o el Viejo Maestro, nació en China y, aunque se sabe muy poco de él, se le considera el autor del Tao Te Ching (El camino y su poder). El “camino” es el origen de todo, lo que se percibe y lo que no; y se alcanza mediante la reflexión y, sobre todo, la “no acción”. Para ello hay que vivir una vida plena, serena y en paz, y actuar siempre en armonía con la naturaleza. Asimismo, otro concepto trascendental de su filosofía es el Yin y el Yang, las dos fuerzas opuestas pero esenciales para mantener el equilibrio en el universo.

Por otro lado, el maestro Confucio (Kond Fuzi) opinaba que con franqueza y buena fe, y a través de rituales tradicionales, la virtud se manifestaría entre los seres humanos, llegando así a transformarlos en mejores personas. Además, también nos muestra las diferentes relaciones que deben darse entre soberano y súbdito, padre e hijo, esposo y esposa, hermano mayor y menor y, en último lugar, entre amigos. Confucio, aunque llegó a enseñar en la corte del estado de Lu, en China, dejó el cargo y se dedicó a la enseñanza por todo el país. Por último, cabe reseñar que, aunque no se ha conservado ningún escrito suyo, sus discípulos recogieron sus enseñanzas en la obra Analectas.


Estatua de Confucio

En referencia al último de estos tres personajes, Siddartha Gautama, más conocido como Buda, es decir el “Iluminado”, hay que citar que, aunque el mismo tampoco dejó nada escrito, también sus discípulos recopilaron sus enseñanzas y dichos en diferentes obras de excelente valor filosófico. Entre ellas se encuentra el Dhammapada, la senda de la verdad, del nirvana. Esta obra está dentro de los discursos de Buda que, junto con los códigos de la disciplina monástica y los análisis filosóficos, forma parte del Canon Pali conocido como Tipitaka o “las tres divisiones”.

Buda, rechazando los extremos, consiguió la paz interior abrazando la moderación con su conocido “Camino Medio”. Anunció las Cuatro Nobles Verdades: la existencia del sufrimiento; la causa del sufrimiento: el odio, el apego y la ignorancia; el fin del sufrimiento; y el Noble Camino Óctuple que conduce al fin del sufrimiento. A su vez, el Noble Camino Óctuple aboga a lo siguiente: comprensión correcta, pensamiento correcto, expresión correcta, acción correcta, medio de vida correcto, esfuerzo correcto, atención correcta y concentración correcta.

Figurillas de Buda meditando | Miguel Costa

Como podemos comprobar, la filosofía china y oriental, taoísmo, confucionismo y budismo, a diferencia de la de Occidente, se centra mucho más en la ética y conducta moral del individuo o la comunidad, intentando alcanzar una integridad óptima, una intachable actitud que se consigue con equilibrio y virtud.

 

BIBLIOGRAFÍA

Analectas. Editorial Edaf, 2019.

Bhagavad Gita. Penguin Clásicos, 2015.

Dhammapada. Penguin Clásicos, 2015.

El libro de la filosofía. Ediciones Akal, 2019.

Hermann Hesse. Siddhartha. Debolsillo, 2014.

Lao Tse. Tao Te Ching. RBA Libros, 2007.

R. Conde Obregón. Buda. Vida y Enseñanzas. VERON editores, 1995.

Robin Sharma. El monje que vendió su Ferrari. Debolsillo, 2010.

Upanishads. Penguin Clásicos, 2015.




Autor: Miguel Costa


miércoles, 10 de mayo de 2023

IBN HUD, EL EMIR DE LA TAIFA DE MURCIA

 ARTÍCULO PUBLICADO EL 18 DE DICIEMBRE DE 2020 EN ACADEMIA PLAY

Muhammad ibn Yusuf ibn Hud fue un emir musulmán del siglo XIII, dirigente del Reino de Murcia y de diversos territorios de al-Ándalus, en los conocidos como terceros reinos de taifas.

Casino de Murcia (Murcia) | Miguel Costa


Con el desenlace de la batalla de Las Navas de Tolosa, en la provincia de Jaén, termina el sueño del sectario imperio almohade de reunificar de nuevo al-Ándalus y, por supuesto, la hegemonía musulmana en la Península Ibérica, la antigua Hispania romana. Habían pasado cinco siglos desde la invasión peninsular y de la desastrosa derrota de los cristianos en la batalla de Guadalete, donde el ejército del rey godo don Rodrigo fue aplastado por las tropas islamitas del general Tarik.

La expansión de la fe musulmana, desde principios del siglo VII, cuando el profeta Mahoma había comenzado a predicar la nueva religión en la ciudad de La Meca, de la península de Arabia, había sido vertiginosa e imparable. Sin embargo, la alianza de diversos reinos y órdenes cristianas, en una guerra declarada como “cruzada” por el mismísimo papa Inocencio III, había provocado el principio del fin. Ahora las iglesias daban paso a las mezquitas, como ya antes había sucedido a la inversa, con la invasión.

Libro sagrado del Corán

En este contexto, aparece el emir Ibn Hud, el señor de la taifa de Murcia. Un guerrero acostumbrado a la dura vida de frontera, descendiente de los hudíes, una importante familia árabe yemení que había regido la taifa de Zaragoza y la de Lérida, entre otros territorios.

En el año 1228 se subleva contra los almohades y consigue expulsarlos del Levante, proclamándose emir de la taifa de Murcia. Además, fue apoyado por el Califato de Bagdad, enemigo del imperio sarraceno. Administró durante una década la taifa levantina y conquistó diversas ciudades andalusíes, como Córdoba, Almería, Granada, Sevilla, Málaga o Denia. Y no solo guerreó contra cristianos, sino contra musulmanes como Alhamar, el emir fundador de la dinastía nazarí de Granada, y los ya mencionados almohades.

La taifa de Murcia volvió a prosperar como en tiempos pasados, cuando Ibn Mardanish, el rey Lobo, regía un reino próspero y tolerante. Sin embargo, en 1238, cuando Ibn Hud contaba con 39 años fue asesinado en la ciudad de Almería.

Valle de Ricote (Murcia), donde se hallan las ruinas
del castillo de los Peñascales, fortaleza de Ibn Hud

Cuenta la leyenda que, el emir murciano fue ahogado por varios soldados al servicio del valí de Almería al-Ramaní. Ambos estaban enamorados de una misma cristiana que el emir había, previamente, confinado en los dominios del valí andalusí, quien era su amigo. Al final, un celoso al-Ramaní ordenó a sus guardias que acabaran con el rey, produciéndose el fatal desenlace. Verdad o mito, a la muerte del emir sus herederos firmaron el Tratado de Alcaraz con la corona castellana, sometiéndose a vasallaje.

Sucumbía así la última gran taifa de Murcia.

 

BIBLIOGRAFÍA

José Ignacio Ortega Cervigón. Breve historia de la Corona de Castilla. Editorial Nowtilus, 2015.

José Miguel Martínez Carrión. Historia General de Murcia. Editorial Almuzara, 2008.

Miguel Rodríguez Llopis. Historia de la Región de Murcia. Editorial Tres Fronteras, 1998.

Pedro Antonio Hurtado Rodríguez. Historia ilustrada de Murcia. Autoedición, 2017.



Autor: Miguel Costa

jueves, 4 de mayo de 2023

SENTENCIA ARBITRAL DE TORRELLAS, LA DISGREGACIÓN DE UN REINO

 ARTÍCULO PUBLICADO EL 25 DE NOVIEMBRE DE 2020 EN ACADEMIA PLAY

En 1304 los reyes de Castilla, Aragón, Portugal y Granada aprueban la Sentencia Arbitral de Torrellas, donde se procede al reparto del Reino de Murcia entre las Coronas de Castilla y Aragón.

Cuadro La batalla de Guadalete de Mariano Barbasán Lagueruela

La Sentencia Arbitral de Torrellas supuso la división del Reino de Murcia, un pequeño pero consolidado territorio del levante peninsular.

Empezamos nuestro viaje con la invasión musulmana de la Península Ibérica. En el año 711, en la batalla de Guadalete, el ejército del rey godo don Rodrigo es derrotado por un regimiento musulmán del general Tarik. Dos años más tarde, el dirigente Abd al-Aziz se traslada hasta las puertas de Aurariola, la actual Orihuela, y, tras diferentes negociaciones, firma un tratado de paz con el conde Teodomiro, el señor de la ciudad y de parte del Levante. En este tratado, el godo reconoce la soberanía musulmana, pero a cambio de autonomía política y respeto de la religión y tradiciones cristianas. Nace, por tanto, el conocido como Pacto de Tudmir ―o de Teodomiro―; y, con él, la Cora de Tudmir.

Años más tarde, tras varias guerras civiles en la zona, el emir de al-Ándalus Abderramán II envía a un ejército para sofocar las revueltas, y en el año 825 funda la ciudad de Mursiyya (Murcia), ubicada a tan solo veinte kilómetros de la capital, Orihuela. Por aquel entonces, la mayor parte de la población de la región era ya musulmana.

A lo largo del tiempo, se suceden diferentes períodos en la vieja Hispania: el al-Ándalus de los Omeyas, los primeros reinos de taifas, el imperio almorávide, los segundos reinos de taifas, el imperio almohade y los terceros reinos de taifas; y, entre dichas etapas, la taifa de Murcia es un reino independiente o, por el contrario, una provincia más de la poderosa al-Ándalus mahometana. Personajes importantes gobiernan sus tierras, como Ibn Mardanish, el llamado Rey Lobo, o Ibn Hud; también caminan por las calles de Murcia, la joya del Segura, filósofos de la talla de Ibn Arabí o Ibn Sabin.

Catedral de Murcia (Murcia), ubicada en el
casco antiguo de la ciudad | Miguel Costa

 
En 1179, Castilla y Aragón firman el Tratado de Cazola ―o Cazorla―, donde se pacta de antemano, para cada corona, los territorios que reconquisten; en este caso, el Reino de Murcia queda reservado para Castilla. En 1243, castellanos y murcianos firman un tratado, el Pacto de Alcaraz, donde Murcia se convierte en un reino musulmán vasallo de la Corona de Castilla; con obligación de pago de parias (impuestos) a cambio de protección y autonomía. Y, en 1244, en el Tratado de Almizra, se establece la frontera entre Castilla y Aragón en el Levante. Este tratado es firmado por el joven infante Alfonso (futuro Alfonso X el Sabio) y por el rey Jaime I el Conquistador.

En 1264 tiene lugar la rebelión de los mudéjares en algunas zonas de Andalucía y Murcia, sofocada por castellanos y aragoneses, produciéndose un éxodo masivo de musulmanes hacia el reino nazarí de Granada y un repoblamiento cristiano. Y, años más tarde, en 1296, el rey Jaime II de Aragón aprovecha la minoría de edad del rey castellano Fernando IV, el nieto de Alfonso X el Sabio, e invade el Reino de Murcia, incumpliendo los acuerdos y tratados antes señalados.

Catedral de Alcaraz (actual provincia de Albacete),
donde se firma el Pacto de Alcaraz | Miguel Costa


Llegamos a 1304, año en el que el rey castellano Fernando IV y el aragonés Jaime II, junto con sus homólogos Dionisio I de Portugal y Muhammad II de Granada, aprueban la Sentencia Arbitral de Torrellas. En la misma, Castilla obtiene de nuevo el Reino de Murcia, pero pierde las ciudades de Orihuela, Cartagena, Alicante, Elche y Villena, entre otras. Un año después recupera Cartagena por el Tratado de Elche, mediante una reforma de la Sentencia de Torrellas.

A día de hoy, más de ocho siglos después de la ―injusta― disgregación del reino levantino, la similitud lingüística, social, cultural y, por supuesto, histórica, de los territorios pertenecientes a la antigua Cora de Tudmir, son más que evidentes.


BIBLIOGRAFÍA

David González Ruiz. Breve historia de la Corona de Aragón. Editorial Nowtilus, 2012.

José Ignacio Ortega Cervigón. Breve historia de la Corona de Castilla. Editorial Nowtilus, 2015.

José Miguel Martínez Carrión. Historia General de Murcia. Editorial Almuzara, 2008.

Miguel Rodríguez Llopis. Historia de la Región de Murcia. Editorial Tres Fronteras, 1998.

Pedro Antonio Hurtado Rodríguez. Historia ilustrada de Murcia. Autoedición, 2017.



Autor: Miguel Costa

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